El origen mitológico de la ciudad de Roma se remonta al año 771 a.C.
Al comienzo un hijo del héroe troyano Eneas, Ascanio, fundó sobre la orilla derecha del río Tíber la ciudad de Alba Longa, ciudad latina sobre la cual reinaron sus numerosos descendientes, hasta llegar a Numitor y su hermano Amulio.
Según el mito, el rey Numitor de Alba Longa fue destronado por su hermano Amulio, el cual mató a todos sus sobrinos con excepción de la única mujer: Rea Silvia con tal de que esta no tuviera descendencia. Un día el dios Marte la dejó embarazada y de esta unión nacieron los gemelos Rómulo y Remo. Rea puso a los pequeños en una cesta y la dejó en el río Tiber para que Amulio no los matara. La cesta se cruzó en el camino de la loba Luperca, quien amamantó a los recién nacidos. Más tarde fueron recogidos por un matrimonio de pastores.
Los gemelos crecieron y descubrieron su origen. Buscando venganza, volvieron a su ciudad natal para matar a su tío abuelo y reponer en el trono a su abuelo Numitor. Éste, en agradecimiento, les entregó territorios al noroeste del Lacio. Con 18 años decidieron fundar una ciudad justo donde la loba los encontró. Rómulo decidió marcar los límites de la futura ciudad y amenazó con matar a todo aquel que los cruzase. Su hermano decidió retarlo y los cruzó. Rómulo no lo dudó y acabó con su vida.
Arrepentido, decidió enterrar a su hermano en la cima del Palatino y emprendió una nueva etapa cómo único rey de Roma.
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